martes, 31 de enero de 2012

Los presuntos

El Pepiño Blanco hierve un cocidito madrileño al que ya se le ven los garbanzos, pero que promete mucho, el tocino y la morcilla están por aparecer. La familia Chávez, en los rescoldos de su virreinato andaluz, también elabora un pastel suculento que dará color y olor (sobre todo olor) a los juzgados y medios de comunicación. Del yernísimo ni les cuento porque ya estamos hasta la corona… coronilla, quería decir. En nuestra comunidad no queda espacio para el tedio porque en torno al expresident Camps se ha mantenido un colosal espectáculo circense que ha culminado, al fin, como el parto de los montes, que tras estruendoso embarazo parieron un ratón. Al igual que los caminos de Dios son inescrutables, los de la Justicia son incomprensibles, pero hay que respetarlos.

Y hablando de nuestro pueblo, Ibi, pues tampoco andamos a la zaga en asuntos de turbulencias contables que terminan recalando en los juzgados en forma de: presunta “caja b”, presunto delito de falsificación documental, blanqueo de capitales, tráfico de influencias y un interminable rosario de acusaciones que se pelotean deportivamente, en el “Poli” ahora enriquecidas con conversaciones grabadas por su gerente, Antonio López, en las que Agüera y el interventor del ayuntamiento, instan a López a que maquille las cuentas de la caja hasta que cuadren con su conveniencia, grabaciones capaces de sacar los colores a un carretero pero, en fin, todo son presunciones, porque el nuestro es un país de presuntos.

Y mientras toneladas de estas presunciones duermen su interminable gestación en las estanterías de los juzgados, los niños en los colegios no entran en calor como no celebren por parejas combates de boxeo y cada vez son más las familias que pueden seguir poniendo la mesa todos los días, pero cada vez con menos cosas para llenar los platos. Son pocos los ayuntamientos y comunidades autónomas que no estén sin un euro y endeudados hasta las cejas, una auténtica lacra social, un descalabro sin precedentes. Unas administraciones han sido derrochadoras, otras corruptas y las más de ellas ambas cosas. Nuestro flamante inquilino de Moncloa ha entrado a sangre y fuego recortándonos hasta los pelos del calandrajo y prometiendo segar todavía más bajo, hasta que se nos junte el ombligo con el espinazo, no digo que la situación no requiera medidas tan drásticas, pero habrá que comenzar a cambiar aquello de que Dios aprieta pero no ahoga por Dios aprieta pero no afloja.

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