miércoles, 2 de noviembre de 2011

Son muchas cosas

Merece ser destacada la actitud impecable de los señores Zapatero, Rajoy y Rubalcaba en sus primeras declaraciones, tras el esperanzador cariz que han tomado las cosas en el País Vasco.

Se ha alcanzado un logro digno de llamarse histórico, para los vascos en particular y para los españoles en general, por más que suenen voces disonantes que pretendan minimizar, y hasta ningunear su trascendencia.

Más de 40 años de terror y 829 familias destrozadas por la sinrazón, suponen tal cantidad de dolor que el tiempo será capaz de suavizar, pero nunca de borrar, aunque ello no es óbice para que pensemos que no es menos importante, los muertos que podemos ahorrarnos en el futuro si las cosas en el País Vasco comienzan a transitar por caminos más civilizados y, creo que por fin, tenemos fundados motivos para pensar que así habrá de ser.

Exponiendo todos los matices y peros que se quiera (que los hay y muchos) no se puede negar que el paso que se acaba de dar puede marcar una línea entre un pasado sangriento e inútil, y un futuro complejo a más no poder, pero en el que las cosas se litiguen por la vía del diálogo y a través de las urnas; que las armas de matar se callen de una maldita vez y que los instintos criminales se entierren en el zulo más profundo.

La sociedad vasca es compleja, cualquier sociedad lo es; pero en aquella tierra existe una raíz nacionalista muy profunda que la hace más compleja todavía.

Quienes no albergamos ese sentimiento separatista porque nuestra nación es el mundo, nuestra patria la tierra que nos da de comer y las fronteras nos causan claustrofobia, no logramos asimilar esa forma de pensar y sentir, pues no se puede entender lo que no se siente; pero creo que tenemos la obligación de respetar esas ideas independentistas, porque, posiblemente, sean tan legítimas y dignas de respeto como cualquier otra, siempre, claro está, que sean defendidas con razones, no con bombas, secuestros y tiros en la nuca.

Por todo ello, el nuevo camino por el que habrán de circular las relaciones entre vascos y Gobierno Central no va a ser un lecho de rosas, puesto que son muchos los vascos que esto de ser españoles se lo toman con el mismo deleite que los niños de mi generación nos tomábamos una tacita de aceite de ricino. Y eso que nuestros mayores nos decían que aquello era mano de santo. Sí, son muchas cosas.

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