viernes, 3 de junio de 2011

Hasta siempre, amigo Ximo

















Quince años, los mejores de nuestra juventud, trabajamos juntos en la empresa Coloma y Pastor. Aunque en el sentido más limpio de la expresión, siempre sentí envidia de tu carácter abierto y bullanguero, porque con tus bromas y chirigotas hacías andar más ligero el reloj tedioso que marcaba las horas de la fábrica.

Nuestra posterior vecindad en el barranco de La Boquera siguió tejiendo aquella sana amistad, allí compartimos la crianza de nuestros hijos entre chirigotas, y buenos ratos de palique, aliñados con algún que otro trago de aquel vino que nosotros mismos elaborábamos, cuya única denominación de origen consistía en nuestra paternidad y que nos sabía a gloria bendita.

Recuerdo cuando colocabas a tu perro Yaki contra la pared, le cantabas la lágrima que había perdido Peret en la arena de quién sabe qué remota playa, y el chucho simulaba acompañarte a la guitarra. Siempre pensé que el animal lo que hacía era rascarse las pulgas, pero tú tenías el arte de hacernos oír hasta las notas de la rumba acompañando a tu voz de trueno.

Pobre Yaki; un día vio subir por el camino a un caballo y traspuso corriendo hacia los Carrascales como alma que lleva el diablo; seguramente vio en el caballo un perro de tamaño gigantesco. Nunca volvimos a ver al inocente chucho. Ahora, más de veinte años después, pienso si no seguirá corriendo despavorido por esos montes de Dios.

Escribo este artículo (o lo que sea) bajo el porche de mi caseta, con los ojos puestos en la que antaño fue la tuya y la memoria en tu realidad, que siempre superó a mi fantasía, mientras bebo a pequeños sorbos este vino sin nombre, pero con alma. El Sol agoniza por las cumbres del puerto de Biar envuelto en nubarrones pardos que visten de luto a la anochecida; hasta el canto del ruiseñor suena más triste desde las umbrías de los zarzales. Yo brindo, no ya por tu salud, puesto que ésta te ha dejado, pero sí porque existan otros mundos en los que puedas estar entre pájaros que acudan a tus silbidos de reclamo y perros ingenuos que toquen la guitarra; así te recordaré el tiempo que me quede de estar por estos pagos.

2 comentarios:

  1. Bellas palabras que sin duda salen de lo más profundo. Las hago mías. Descanse en paz.

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  2. bonitas palabras que le has dedicado al PARE yo tambien he probado ese vino que era ¡lo millor del mon¡ como todas las cosas le parecian a el nada veia mal ni a nadie veia malo .
    Yo soy la mujer de Miguel que tambien trabajó en coloma y luego fué auxiliar no se si tu trabajarias tambien con el .Pero fueron grandes amigos a lo mejor alli donde esten los dos lo segiran siendo

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